Esta noche tuve la oportunidad de realizar finalmente una idea que tenía en la mente desde hace un tiempo; el llevar mi telescopio por mi cuenta a algún lugar público para que la gente de mi pueblo de Isabela pudiera observar objetos astronómicos a través de él. Originalmente planificado para hace tres noches, no fue hasta hoy que el clima me permitió disfrutar de una noche clara para lograr mi propósito. Montando el equipo un poquito antes de que oscureciera, me dediqué a observar qué objetos les podría mostrar a cualquiera que se quisiera acercar a mi telescopio. Un señor de la edad dorada estaba cerca sentado en un banco, y le pregunté: ¿desea ver la luna? Éste fue el comienzo de una de las mejores conversaciones sobre astronomía aplicada a la agricultura y a la vida en el pasado. Por cada dato que yo le daba al señor sobre la formación de la luna y de las características de los planetas, él me enseñaba dos cosas diferentes sobre los usos de la astronomía en el pasado. Gracias al señor aprendí sobre cuándo sembrar qué tipo de árbol y/o cortar madera dependiendo de la fase de la luna, y de cómo los agricultores de antaño sabían exactamente la hora sin tener reloj. Definitivamente llegué allí a aprender, en vez de enseñar.
Luego, un papá con sus cinco hijos se acercó, seguramente interesado por la inusual presencia de un telescopio en la plaza. A esos seis pares de ojos les mostré la luna, Marte, Júpiter y Saturno (qué buena noche para astronomía urbana!). Me encantó cómo estos niños se mostraron muy interesados en los objetos celestiales que les mostré; cuando una niña de menos de cinco años vio a Marte y yo le pregunté qué vio, me dijo: «es anaranjado». Creo que la chiquita aprendió algo nuevo hoy del mundo real, mucho mejor que haberlo visto en una pantalla.
Más tarde, una compañera de trabajo, madre de dos y excelente cocinera, llegó con su esposo y una de sus hijas respondiendo a mi invitación a la actividad de hoy. Pasamos un gran rato observando los cuatros objetos del sistema solar que mencioné anteriormente, y disfrutamos de un buen momento fuera del ámbito laboral. Ya algunas nubes tapaban por momentos a Saturno, pero pudimos observarlo de todas maneras con detenimiento a lo largo de la noche.
Por último, llegó otra compañera de oficio, la cual creo que aunque no tiene telescopio sabe más de astronomía que yo. Eso sí, ella pudo confirmar que no hay foto de la luna que se compare con el observarla a simple vista… eso lo tengo claro basado en mi experiencia observando (la cual no es mucha para empezar). Creo que cuando uno hace lo que le gusta, y además conversa con gente inteligente mientras lo hace, el tiempo se va volando. Eso es lo que me sucedió esta noche. No pudo haber sido mejor.
Está vez me lo perdí por culpa de la espalda pero la próxima voy!
Estaría nice llevar el telescopio al monte anexo a mi apartamento 🙂
Eso está pendiente Leslie 🙂
Muy buena iniciativa
Gracias Hernan 🙂