Después de algunas semanas sin poder disfrutar de las maravillas de la astronomía, pude volver al ruedo participando del Día Internacional de la Astronomía con la Sociedad de Astronomía del Caribe el sábado 28 de marzo de 2012 en la inmediaciones del Castillo El Morro en San Juan, Puerto Rico.
Afortunadamente, el clima nos permitió disfrutar de unas 5 horas de observación continua de diferentes objetos celestes brillantes, como por ejemplo la Luna, Venus y Saturno, entre otros. Objetos tenues de espacio profundo no eran tan fácilmente visibles dada la localización urbana en la que nos encontrábamos. Con una asistencia de aproximadamente 2000 personas, fue una de las actividades de observación astronómica públicas más exitosas de la organización.
Para esta ocasión, decidí darle prioridad a la simplicidad sobre la sofisticación a la hora de escoger el equipo que llevé, ya que utilicé una montura manual altitud-azimuto para fácil manejo. La ventaja de las monturas manuales es que no hay que preocuparse por el proceso de alineamiento estelar inicial ni llevar equipo adicional como baterías, etc. El telescopio utilizado fue un refractor acromático de 120mm de apertura y 1000mm de largo focal, el cual es muy apropiado para actividades como ésta. Además de este telescopio, había unos 10 telescopios adicionales de todas las formas y tamaños para que esos 2000 asistentes pudieran observar lo que se apreciaba en el cielo anoche.
Los objetos principales que se observaron a través de mi telescopio fueron la luna y el planeta Venus. La observación de este último fue una sorpresa para muchos, ya que pocos se imaginaban que éste experimenta fases parecidas a las de la luna (Venus se veía en forma de una creciente). Mucha gente confundió el planeta Venus con la luna, por lo que se les explicó que éste experimenta estas fases debido a su posición más cercana al Sol relativa a nosotros y a cómo vemos el planeta desde nuestra perspectiva.
Cuando el planeta Venus se posicionó demasiado cerca del horizonte, cambié la orientación del telescopio hacia la Luna, donde el diseño refractor y tamaño relativamente considerable del telescopio hizo que la observación fuera más detallada y placentera. Aunque la luna tenía un leve tinte amarillento debido a filtro reductor de aberración cromática que tenía instalado en ele telescopio, los cráteres cerca del terminador (la frontera entre la zona iluminada por el sol y la zona en oscuridad) provocaron numerosas exclamaciones de asombro por parte de los que tuvieron la oportunidad de observar nuestro satélite.
Los lentes que se utilizaron para la observación fueron unos lentes Plossl relativamente fáciles de conseguir (y reemplazar en caso de ser dañados por pequeñas manos inexpertas). Para el planeta Venus, se utilizó un Plossl de 25mm de largo focal, el cual proveía una magnificación de 40x en este telescopio (para saber la magnificación del lente, se divide el largo focal del telescopio entre el largo focal del lente; en este caso 1000mm/25mm = 40x). Con esta magnificación, se mantuvo un balance entre el poder apreciar la forma creciente del planeta y minimizar la vibración causado por la brisa moderada que soplaba sobre el lugar. Para la luna, se utilizó este mismo lente, pero luego la brisa aumentó, por lo que disminuí la magnificación con un lente Plossl de 31mm (~32x), con el cual el campo visual se movía menos. Después de que la brisa disminuyó, reemplacé el lente de 31mm por un Plossl de 15mm, el cual con su magnificación de 67x permitió una observación mucho más detallada de los cratéres y cordilleras de la superficie lunar.
Después de disfrutar por unas 5 horas y conocer mucha gente nueva, desmonté el equipo ya que una nube amenazadora se acercaba por el este. Ésta fue una decisión acertada, ya que minutos después y justo cuando monté todo de vuelta en mi carro, empezó a llover a cántaros a eso de las 11:00PM, dando por terminada la actividad de forma definitiva pero sin quitarle nada del éxito rotundo que se logró.
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