En estos días adquirí un iOptron 150 Rumak Mak-Cass a buen precio por los clasificados de Cloudy Nights. Ya que tengo el C8 montado permanentemente en mi observatorio, no tenía un telescopio de buen tamaño para observación planetaria. El refractor AR152 es bueno, pero no para observación planetaria en detalle debido a su aberración cromática. Por otro lado, sus más de 20 libras lo hacen un poco menos portátil. Por lo tanto, tenía buenas expectativas del Mak de 150mm para poder observar la luna y Júpiter en estos días. Su diseño Rumak permite que el espejo secundario tenga una figura diferente a la del menisco y provee un campo visual mucho más plano que el de un Mak común de tipo Gregoriano (el cual tiene su secundario «pintado» en la cara interior del menisco).
El telescopio llegó muy bien empacado, e incluye un «dew shield» metálico que ayuda a evitar la condensación de rocío en el menisco. Además incluye un enfocador de dos velocidades, el cual es el primero que uso en un catadióptrico. El acabado del telescopio es un blanco «powder coated» que le da un toque fino al equipo, como los William Optics de la serie GT de años recientes.
El telescopio es de 150mm de apertura, 1800mm de largo focal (f12) y pesa unas 13.4 lb, aunque en realidad parece pesar más. Definitivamente lleva mi montura ES Twilight I al límite, aunque no está sobrecargada. En mi ES Twilight II estaría mucho mejor montado, pero prefiero los controles de movimiento lento que tiene la Twilight I. No obstante, un inconveniente de esto es que en muchas ocasiones, debido al tamaño del telescopio, los cables los controles de movimiento lento chocaban con el tubo y afectaban la imagen. Tuve que mantenerlos en mi mano todo el tiempo para prevenir esto.
El ensablaje fue rápido, empezando con montar el «dew shield» en el telescopio, acoplado con un sistema de bayoneta. Aunque el Mak se puede montar con una mano en la Twilight I, en verdad el telescopio no es liviano y hay que tener cuidado de no dejarlo caer. Además, tuve que mover el brazo de la montura a 60 grados de la vertical para acomodar el rango de movimientos del tubo, además de extender sus patas al máximo para tener una observación cómoda.
Para esta ocasión, voy a usar mis oculares Explore Scientific 40mm 68*, 20mm 100*, y 9mm 100*. Con éstos, verificaré cómo el telescopio me muestra objetos a bajas y altas magnificaciones.
La luna se encontraba todavía bastante baja en el horizonte, pero ya Júpiter estaba cerca del cenit. Empezando con la luna, la observé a través del 40mm, el cual provee unos 1.5 grados de campo visual. La vista fue muy similar a la que obtengo con el AR152 y el ocular 20mm, pero (Gracias a Dios!) sin la aberración cromática. Cabe mencionar que el enfocador es un poco «áspero» en su velocidad para enfoque grueso, pero el enfoque fino trabaja estupendamente. La diferencia es del cielo a la tierra, y sin movimiento en la imagen (image shift) de ningún tipo. El enfoque fino hace una diferencia gigante en la calidad de la observación.
El terminador ya empezaba a ocultar áreas de la superfice ahora que la luna está en menguante. La luna, al estar todavía subiendo por el horizonte, no tiene su color blanco usual, sino un color amarillento pálido. Ondulaciones de mal seeing se pueden ver a través de toda la imagen, y el borde de la luna se ve con pequeñas variaciones que demuestran que el aire no está nada quieto en este punto del cielo. No impresionado por la situación, cambio el ocular al de 20mm (90x, 1.11 grados de campo visual) para ver si la vista se hacia más atractiva. Todo lo contrario, el 20mm amplificó todo lo malo que el cielo me estaba mostrando, sin compensar con mayor nitidez en la imagen. Si, la luna se veía más grande y sus cráteres mejor definidos, pero el seeing estaba sencillamente no apropiado para observarla en este momento. Por lo tanto, dejé la luna donde estaba, y orienté el telescopio hacia el gigante gaseoso visible cerca del cenit. Allá arriba el seeing estaba mucho, mucho mejor, y me encantó de nuevo la falta de aberración cromática en la imagen (recuerden, vengo de un acromático rápido). Las lunas de Júpiter se veían como discos bien definidos, y en Júpiter pude apreciar bien las dos bandas ecuatoriales de color pardo que rodean el planeta. Pero además, se podían apreciar variaciones en el color y esas «turbulencias» características del planeta (disculpen la falta de un término más científico, estoy tratando de ser lo más espontáneo posible). La Gran Mancha Roja no estaba presente, por lo que me perdí la oportunidad de observarla en esta ocasión. A 90x, todavía la imagen es un poco brillante, por lo que el contraste es un poco bajo. Cambiando el ocular al 9mm (200x, 0.5 grados de campo visual) ahí el telescopio se sintió a gusto, y fue cuando pude decir que comenzó la observación buena.
Me estuvo un poco curioso que el telescopio se comportara mejor a altas magnificaciones. Utilizando el ocular de 9mm, la pupila de salida es de 12/9=1.3mm, por lo que el brillo de la imagen baja y aumenta el contraste. Con esto, pude observar mucho más claramente los detalles finos de las tormentas y las bandas en Júpiter, además que los discos lunares jovianos se veían más claros aún.
En la luna, la vista era un poco menos impesionante debido a su posición poco favorable en el cielo, pero aún así, su brillo excesivo había disminuido (por la pupila de salida de 1.3mm) y me permitió observar con detenimiento los cráteres que ya se empezaban a ocultar detrás del terminador en la zona de Mare Crisium. La vista a través del 9mm fue la mejor de las provistas por los tres oculares, tan buena, que dije ¿por qué no? y busqué mi barlow 2x sólo por saber cúan lejos podía llegar con la magnifiación. Soy una persona a la que no le gusta magnificar en exceso debido a que la imagen se degrada fácilmente, pero no se perdía nada con probar.
El «stack» montado en el diagonal se veía ya bien largo, pero permaneció estable y rígido, sin preocupaciones de ningún tipo. A 400x, la imagen se mueve a través del campo visual con rapidez, por lo que hay que jugar con los controles de movimiento lento constantemente para poder observar un objeto con detenimiento. Buscando un objeto difícil (al menos para mí), me concentré en el área del teminador en la zona del cráter Furnerius, de unas 84 millas de diámetro. Cerca de este cráter, entre los cráteres Furnerius U yAdams P, se encuentra Rimae Hase, una fisura de 160 millas de largo extremadamente difícil de ver con la iluminación actual de la luna. Estuve unos 15 minutos buscándola sin éxito, hasta que vi un segmento de ella atravesando un cráter, el cual no conozco por su nombre, el cual es intersectado por el mismo medio por Rimae Hase. ¡Fue un logro personal! Este telescopio me ha vuelto a causar interés por la observación lunar, especialmente gracias a su capacidad para magnificar a 400x en una mala noche.
Volviendo a Júpiter, lo observé por última vez a 400x, y fue una vista memorable. Pequeños óvalos blancos se apreciaban incrustrados en sus bandas, algo lejanamente similar a como se ve en las fotos. Sus bandas ecuatoriales tomaron el color marrón rojizo que usualmente le vemos en fotos. Sencillamente me encantó.
Antes de guardar el telescopio, observé por un momento el Trapecio en Messier 42, al otro lado del cielo hacia el oeste. Se veía claramente separado a 200x y a 400x, pero preferí la vista a través de 200x. Sin embargo, no pude apreciar la estrella E por alguna razón, tal vez por el mal seeing o porque estaba bajo en el horizonte. Trata de definirla es una tarea que tengo pendiente, especialmente con el AR152 al lado para comparar. Ya veremos.
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