Hubo muchos que se detuvieron a tomarle fotos a la luna este fin de semana porque ésta estuvo en su fase llena y a la misma vez estuvo en perigeo (su punto más cercano a la Tierra), y creo que fue bueno que se le dedicara tanta atención a este objeto que para muchos no tiene mucha importancia. Creo que es indispensable conocer un poco más sobre la luna y no sólo tomarle fotos, ya que la luna es testigo de nuestra formación como planeta, y es indispensable para la vida tal como la conocemos debido a las fuerzas gravitacionales que ejerce sobre la Tierra. Quien la ve como una bola de luz en el cielo no está viendo lo que es en realidad: un mundo extraterrestre, como en ciencia ficción. ¿De qué vale pensar en galaxias y nebulosas lejanas, y los posibles mundos que allá pudiera haber, si no apreciamos ese mundo que tenemos al lado y es tan fácil de estudiar?
El hecho de que la luna no tenga atmósfera nos facilita la exploración, ya que impide que las cicatrices de su formación desaparezcan. Para principios del siglo 20, se creía que los cráteres de la luna eran «valles circulares» de origen volcánico; ahora se sabe que son las marcas de impacto de inmensos meteoritos que en un momento dado bombardearon la superficie lunar. Por otro lado, el lado cercano de la luna tiene menos cráteres que lado lejano, debido a que las erupciones de lava llenaron muchos de los cráteres más antiguos, eliminándolos completamente, y formando los mares que vemos tan abundantes en el lado cercano y tan escasos en el lado lejano.
Como discutí en un artículo anterior, las diferencias en albedo o reflectividad de la luna nos demuestran la diversidad de minerales que componen la superficie lunar, y estas diferencias nos permiten también determinar qué regiones de la superficie se formaron primero y cuáles son más recientes. Esto nos permite hacernos de una idea de la geología lunar.
Según pasan los días del ciclo lunar, podemos ver con más claridad muchos detalles de la superficie, gracias a la capacidad de detección que nos proveen las sombras de los cráteres, especialmente en el área del terminador. Ningún día es igual al otro, ya que debido a las libraciones de la luna, la cantidad de superfice que vemos varía de mes a mes. Es super interesante fijarse en área de los bordes de la luna, ya que en este «horizonte» podemos ver los bordes de cráteres que se localizan en el lado que no podemos ver, además de los picos de cordilleras y montañas que no podremos ver nunca en su totalidad. De cierta manera, podemos ver un pequeño pedazo del lado lejano de la luna, el cual sólo se ha visto en su totalidad en fotografías, aparte de los afortunados astronautas que lo pudieron ver en persona.
Si quieren conocer más, el siguiente libro es una muy buena referencia para observar y estudiar la luna con equipos astronómicos ecónomicos, como binoculares o telescopios pequeños:
Exploring the Moon Through Binoculars and Small Telescopes
Se puede conseguir usado, haciendo la adquisición aún más fácil.
Creo que aprender un poquito más sobre nuestro satélite es un perfecto complemento a todas esas estupendas fotos de la luna. Nos debemos a nosotros mismos el conocer un poco más de la Luna, qué en realidad es, y cómo llegó ahí.
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